Placa en homenaje a Cátulo Castillo en San Juan y Boedo (NO) |
Cátulo Castillo y Aníbal Troilo |
Cartel para la película "La Calesita" |
El tiempo y el estudio lo consagrarían como pianista, director, autor, compositor y periodista, a la vez que paradójicamente cumpliría una exitosa campaña boxística. Boedo lo vio crecer e integrarse, de la mano de su padre fundador, a la Peña Pacha Camac.
En 1923, con diecisiete años, compone la primera parte del tango Silbando y le pide a Sebastián Piana que componga la segunda, en tanto que su padre escribe la letra y Carlos Gardel lo incorpora a su repertorio. Al año siguiente (1924) nace "Organito de la Tarde", que logra el tercer premio en el concurso realizado por el sello discográfico Nacional. Estrenado por Azucena Maizani se convierte en un clásico. Si bien Cátulo acompañó a su padre en distintas giras teatrales por América, Europa y África, en 1928, ya en su carácter de director de orquesta, decide viajar a España.
De regreso a Buenos Aires, abandona la composición musical para dedicarse a la enseñanza en el Conservatorio Municipal Manuel de Falla, del que fue profesor, secretario, vicedirector y director. Llegó a presidir SADAIC, realizando una intensa y fecunda tarea gremial.
El periodismo lo contó en sus filas como columnista de los diarios El Nacional, Última hora y de las revistas Radiolandia, Antena y Cantando.
Catulín era dueño de una particular ternura y sensibilidad, cualidades que hicieron posible la creación de obras de singular belleza, algunas de ellas con la pluma de su padre quien creó las hermosas letras de "El Aguacero", "Papel Picado", "El circo se va" y "Organito de la Tarde". Demostró su calificada ductilidad creando temas que fueron emblemas dentro del género popular, valga el ejemplo de "Viejo Ciego", con Homero Manzi y el aporte de Sebastián Piana, "La Violeta", con Nicolás Olivari, "Caserón de Tejas", donde la añoranza del tiempo ido vuelve a mostrarse como lo hiciera en "Tinta Roja", ambos temas de factura poética y melódica excepcional, "El último farol", "Patio mío", "La última curda" y tantos otros.
Como dijera César Tiempo, uno de los hermanos que le dio la vida, “Dios lo puso en órbita un domingo de invierno y lo sacó de circulación un domingo de primavera”, aquel 19 de octubre de 1975.
Como dijera César Tiempo, uno de los hermanos que le dio la vida, “Dios lo puso en órbita un domingo de invierno y lo sacó de circulación un domingo de primavera”, aquel 19 de octubre de 1975.
La Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo al cumplirse 25 años de su muerte lo recordó en un emotivo acto, quedando la placa como testimonio de esa conmemoración.
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