sábado, 8 de agosto de 2020

Esquina Domingo Cura


Domingo Cura

                                   Placa en homenaje a Domingo Cura Colombres 3698 esq. San Juan

Domingo Cura (Santiago del Estero, 7 de abril de 1929 - Buenos Aires, 13 de noviembre de 2004) fue un músico y bombisto argentino, considerado como el percusionista más destacado de la historia de la música folklórica de Argentina. Mantuvo una estrecha relación artística con Ariel Ramírez, con Litto Nebbia, y con el intérprete de armónica Víctor Hugo Díaz, quien además era su cuñado.
También interpretó otros géneros, como el jazz, el bolero, la música caribeña (donde se destacaba con el bongó) y el rock nacional de Argentina (en sociedad con Litto Nebbia).
Domingo Cura





Participó como percusionista en varios álbumes históricos de la música popular argentina como la "Misa Criolla" (1964), de Ariel Ramírez, Folklore en Nueva Dimensión (1964), junto a Ariel Ramírez (piano) y Jaime Torres (charango), "Cantata Sudamericana" (1972) con Mercedes Sosa, etc. También es antológica su interpretación de "El cóndor pasa", clásico peruano de Daniel Alomía Robles junto al quenista Uña Ramos.





Fue un hombre de la música, de toda la música, lo suyo no fue solamente el folclore, fueron también los ritmos latinos, el jazz y sobre todo el apoyo más que importante en la realización de obras con destino de eternidad como la fabulosa "Misa Criolla" del maestro Ariel Ramírez, de la que el mundo sigue siendo un escenario de cinco continentes.
Desde su infancia y hasta su muerte dedicó su tiempo y su trabajo a perfeccionar la técnica de la interpretación musical en instrumentos nada comunes ni sencillos de dominar, pero que eran los que él había elegido como sus elementos de expresión y con los que generó toda una escuela en el arte de la percusión.
Todos los que lo conocieron en su labor musical, coinciden en que fue único, su técnica no tuvo y creemos que no tiene, quien lo equipare, del mismo modo que, seguramente, será difícil equiparar su bondad, su humildad, su desconocimiento de quien era en el medio musical en el que se movía, fruto posiblemente, de sus orígenes provincianos que se empeñó en no abandonar a pesar de sus muchos años de residencia en Buenos Aires con todo lo que esto suele tener de contaminante para los provincianos buenazos como don Domingo.


Y lo veíamos siempre callado, como tratando de que no se lo notara como si fuera posible que pasara desapercibida su cara de corte norteño, posiblemente con resabios del inca o del aymará que poblaron su tierra natal en tiempos remotos y de los que debe haber heredado, junto a sus culturas, su arte para la música, el que no se aprende en ninguna academia, al que se llega solamente al abrigo de las tradiciones más puras, como si fuera un don a alcanzar por un ser elegido y que a él, le marcó el camino nada fácil, de artista popular. El 11 de noviembre de 2005, al cumplirse el primer aniversario de su fallecimiento, la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo con el auspicio de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural, descubrió en el frente del edificio donde tuviera su domicilio durante más de 35 años, una placa que recuerda su presencia en el barrio, bautizando con su nombre la intersección de la Av. San Juan con la calle Colombres.


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