viernes, 17 de julio de 2020

Teatros en Boedo

   En el barrio de Boedo se dio una situación inigualada en lo que respecta a la magnitud de artistas que produjo, a la difusión que gozaron y, al interés que en ella ponían los boedenses. Así ocurrió con las letras, la escultura y especialmente con el teatro.

  El teatro, en ese suburbio porteño, fue engranaje fundamental de su dinámica. Enclave anarquista por excelencia, luego socialista, contó con una masa proletaria que fiel a su ideario, sostuvo la difusión de la cultura como medio de superación. Fue así un arte de libertarios comprometido con sus propósitos el que inicia la gran bola de nieve, por la cual las salas de ese rincón del sur estuvieron cabeza a cabeza con las que ofrecían representaciones en el centro de la ciudad en cuanto a la calidad de los elencos y al número de puestas en escena.
   Su origen fue muy curioso; un catalán llamado Jaime Cullen, luego de muchos años de trabajo, reunió el dinero suficiente para levantar una casa de rentas. Pero observando que los boedenses carecían de una sala teatral de importancia, en 1905, mientras los vecinos lo tildaban de loco, demolió el edificio para construir lo que luego sería el glorioso Teatro Boedo ( Av. Boedo 949/ 959). Y en ese teatro alejado de la seguridad del centro, se reunirían cada noche, después de las funciones: Alberto Vaccarezza, Carlos M. Pacheco, Eugenio Gerardo López, Pedro E. Pico, Julio Sánchez Gardel, José Antonio Saldías.


   Sabemos que entre 1910 y 1940, Boedo tuvo un momento de esplendor concentrándose la producción en dos autores: José González Castillo y Florencio Sánchez, quienes daban a luz un teatro que hoy llamaríamos testimonial. González Castillo tuvo la primera compañía porteña en cooperativa y su gloria acrecentó tanto la importancia del barrio que en 1921, cuando un incidente fractura la " sociedad de actores ", la compañía que actuaba en el teatro " Opera " pasa al " Teatro Boedo".



















El 21 de julio de 1918, la Compañía de Luis Arata – Brieva , estrenó allí " El tío soltero " de R. Hicken. Siendo así el primer elenco orgánico que dio brillo al género chico. Luego se irían dando cita las compañías de Pedro Zanetta con Samuel Sanda, Felipe Panigazzi, Humberto Zuro, Gregorio Cicarelli, Antonio Daglio, Pedro Pompilio. En cuanto a los actores que allí trabajaron, entre otros María Ester Gamas, Marcelo Ruggero, Félix Mutarelli, Malvina Pastorino, Daniel de Alvarado, Anita Lasalle, Mario Danesi, Juan Bono, Pepe Arias, Juan Daglio, Camila Quiroga, Cesar Ratti, Eva Franco, Mario Fortuna, Osvaldo Miranda, Antonio Cunill Cabanilla, Cármen Vallejo, María Luisa Robledo, Roberto Firpo, Pedro Aleandro, Hector Vozzo, Susy Derqui y Leonor Rinaldi , entre otros .

Pepe Arias (1900 -1967), actor y cómico argentino.​
  Obviamente éste no fue el primer teatro del barrio. En Av. Boedo entre Estados Unidos y San Ignacio, en 1901, vio la luz una sala de espectáculos que inició sus actividades con el debut de la compañía española de "Garrido".

  En el "Teatro América ", sala plana, sin palcos (Avenida Boedo 819), incursionaron grandes compañías nacionales y extranjeras: la española de Zarzuelas de Garrido, la de Cortés, Carlitos Romeu, Las hermanas Falcón, Felipe Panigazzi, Laurita Hernández con Benito Ronco. Contaba Silvestre Otazú, que en ese teatro, estos últimos actores representaron una revista " Lo más serio es reír ", que simbolizaba la disputa entre "Boedo y Florida". Lo que marca el nivel del público boedense; barrio donde se había hecho carne a nivel popular una disputa de índole filosófica-literaria. En esa puesta en escena, "Boedo" aparecía representado por un malevo que para encender un cigarrillo, torcía un farol de la calle y "Florida" como un muchacho muy atildado. Ambos suspiraban por el amor de la misma milonguita. La obra terminaba con un disloque general, cuando los actores gritaban "inundación", " Inundación ", en referencia a un problema que aquejaba dramáticamente a esas zonas sureñas de Buenos Aires y que Manzi dejara reflejado también, en su tango "Sur".





   En el solar donde hasta mediados de la década de 1990 estuvo el edificio del cine-teatro "Nilo" (Av. Boedo 1062), había un local de verano, en el cual actuaron elencos nacionales, españoles e italianos, conocido como el "Politeama Doria" . Uno podría pensar que ese terreno estaba destinado al espectáculo, ya que con anterioridad había funcionado allí un circo homónimo, donde se efectuaba lucha grecorromana , que estaba muy de moda . Allí actuó el famoso Luis Gualtieri, que fuera campeón argentino y, que viviera en Agrelo y Maza. Alternaban las luchas con las representaciones de la "Compañía de comedias y sainetes Podestá-Scuri-Mariño".

   Era época de circos. La gente ansiaba entretenerse, Buenos Aires, se llenaba de pistas de patinaje, de calesitas, de juegos mecánicos, de escenarios en los que hacían piruetas acróbatas, en los que se veía a un oso bailar, o donde hombres corpulentos entraban en combate. En cualquier lugar espacioso se instalaba uno. Estos circos, fueron la puerta por la cual ingresaron a escena, los pioneros que construirían el gran teatro nacional.

 Sabemos que en 1886, Américo Durán, consiguió el permiso de la Intendencia para el establecimiento de un circo que ya venía funcionando en " La Rioja 843 ", conocido como "Arenas", donde actuaba una Compañía acrobática y gimnástica.

    En Venezuela y Maza existió hasta fines del 1800, un teatrito de títeres, que luego se convirtiera en el "Teatro-circo de Juan Bautista Chiappe" , cuya dirección llevaba Rafael Angel Comunale. Muchas piezas musicales se estrenaron allí entre ellas, la conocida "Loca de amor", que fue en su época, popularísima .

   En Boedo entre Independencia y Estados Unidos, supo estar el "Circo Anselmi". En Av. Boedo y Cochabamba el circo de los "Hermanos Gómez ". Y por 1920 El "Circo internacional " en Mármol entre Estados Unidos y Carlos Calvo.
Corría el año 1917, cuando a este barrio lo transitaban una suma de jóvenes con distintas inquietudes, que se reunían en los cafés, verdaderos ateneos, a escuchar a los maestros, a nutrirse de ellos, a exponer inquietudes, a competir por quien había leído más. Los artistas se mezclaban con obreros de avanzada; y como decía el dramaturgo "José Scarano," esas discusiones muchas veces continuaban en el "cuadro tercero del Departamento de Policía ". Boedo era un volcán en permanente erupción que despedía de sus entrañas hombres nuevos: pensadores, artistas, individuos de acción. Era un polo que atraía a multitudes desde distintos puntos de la ciudad; librepensadores, jóvenes que buscaban una verdad, y la encontraban en los cafés que despedían por sus ventanales la claridad de la dialéctica, y la fe en el género humano, sobre las cuadras grises de Boedo. Fue aquella una época irrepetible... Los había músicos, poetas, pintores, escultores y actores. Entre estos últimos se destacaba uno: alto, bien plantado, cuyo rostro transmitía su fuego interior .

  Comenzó actuando en ese Politeama Doria, que era un galpón de techo de chapa y pisos de tierra, pero que apuntaba bien alto en la calidad de lo que allí se representaba y que dirigía nada menos que José González Castillo. "Pedro Zanetta", que así se llamaba ese muchacho, luego de descubrir el teatro ya nunca abandonó ni esa vocación, ni el barrio, ni una especial ética aplicada a la estética del arte en coherencia con sus ideales anarquistas .


   Fue el más grande y querido de los actores de Boedo. Sus condiciones artísticas eran tales, que en apenas cinco años llegó a ser cabeza de compañía en el teatro Boedo, junto a Pedro Pompilio, Pepito Petray, Rosario Serrano, Francisco Chiarmello. Durante casi dos décadas fue la estrella que brilló en el escenario del teatro Boedo, quien solo interrumpía sus temporadas durante las fiestas de carnaval, pues en esas jornadas el teatro se dedicaba al concurso de las comparsas. Hasta que un mal día el empresario Jaime Cullen, pretendió imponerle a Zanetta que representara una obra que acababa de escribir : "Viaje de los hombres de la Luna a la Tierra". Don Pedro luego de leerla se negó, Cullen insistió argumentando que al fin y al cabo era el dueño de la sala y, palabra va palabra viene, terminó echando al actor.
Pedro Zanetta
  Otros actores de relevancia en Boedo fueron Enrique García Satur y Mario Fortuna, Francisco Chiarmello, Hugo Díaz, Guillermo Battaglia.

Guillermo Battaglia (1899 -1988 )
  Desde los orígenes en el teatro de Boedo se destacó el quehacer independiente cuya función fue formar actores capaces de ofrecer al público espectáculos de alta calidad a precios accesibles. A la cabeza de estos pioneros, tenemos a González Castillo.
José González Castillo (1885 -1937) 





















  El teatro independiente tuvo una actitud contestataria y en Boedo brilló el "Florencio Sánchez" . La historia comenzó cuando J. Oriente Cavalieri, en 1940, interesó a un grupo de amigos en conseguir otro local para la sede socialista del barrio; la elección recayó en la legendaria casa de Sánchez de Loria 1194, desde siempre relacionada con los movimientos sindicales, políticos y artísticos. Su sótano había sido alternativamente sede de la Federación Obrera del calzado; de los carpinteros, de los lavadores. Entre 1920 y 1923 sesionó el grupo de anarquistas españoles e italiano "Espartacus" , por allí pasaban los famosos Di Giovanni y Scarfó, que fueran fusilados por el gobierno de Uriburu. Para 1926 se reunían los antorchistas, llamados así por seguir las directivas del periódico "La Antorcha" de Rodolfo González Pacheco. Funcionó el grupo proletario "Arte y natura", cuyo repertorio estaba integrado únicamente por obras de autores anarquistas.
   Una vez en Loria, tuvieron lugar para Biblioteca, sala de conferencias y para un teatro que pusieron en marcha: Cavalieri junto a Isaías Borestein ( Boris), Mario Rozas, Amadeo Palermo, Juan Literas, Jorge Vizcaíno, Vicente Rocco, Pascual y Luis di Cesare y obviamente Zanetta.

   Recordemos que ese teatro fue cuna entre otros del escenógrafo Saulo Benavente, de los actores Carlos Muñoz y Onofre Lovero. Destacamos que Zanetta, antes de morir donó su biblioteca y toda su ropa escénica a este grupo, todo lo cual se perdió cuando la casa se incendió no hace tantos años. Luego de la dirección de Zanetta, estuvieron al frente : Arturo Frezzia, Pablo Palant, Pedro B. Franco, Onofre Lovero, Rubén Pesce.

Saulo Benavente (1916-1982) pintor, vestuarista, ambientador y escenógrafo, fue uno de los escenógrafos decanos de Argentina.




Onofre Lovero (1925 - 2012), actor y director de teatro argentino que desarrolló una extensa carrera artística.

  Es imposible hablar del teatro y del alma de ese barrio, sin detenerse debidamente en el dramaturgo José González Castillo, quien fuera el gran luchador por la cultura de ese punto sur de la Capital. Había nacido en la Santa Fe en 1885 y, si bien realizó sus estudios primarios en Boedo; luego, su familia que deseaba convertirlo en sacerdote, lo ingresó en un Seminario de Salta, el que por supuesto abandonó.

Volvió desde allí pidiendo albergue en los establecimientos del camino; reuniendo alguna monedas para sobrevivir, pintando letreros exteriores en los negocios. En Rosario puesto a hacer periodismo, trabó amistad con Florencio Sánchez.

Comenzó a estudiar medicina, pero distintos apremios económicos lo hicieron abandonar esa carrera. La familia de Castillo estaba verdaderamente preocupada por el porvenir de ese hijo, entendían que las letras eran muy bonitas, pero que con ellas no se comía. Así que lo ubicaron a trabajar en "la peluquería del Negro Ricardo" , en Independencia y Boedo. En ese local, al cerrarse las puertas, se reunían los payadores de Boedo: Curlando, Castro y otros, para celebraban sus concursos.

Alberto Cortazzo, periodista y antiguo vecino de Boedo, comentaba que González Castillo llegó a tener una peluquería en sociedad con un salteño en Castro Barros entre México e Independencia, negocio al que habían puesto el nombre de "El Figaro". Mientras su socio atendía la clientela, Castillo aparecía a altas horas de la noche, acompañado de los mendigos que encontraba durmiendo en las calles, para que pernoctaran en alguna de las muchas habitaciones desocupadas que tenía la casa. Había hecho del local un sitio de reunión, congregando a discípulos de las distintas ramas del arte. El salteño, obviamente, se quejó a la familia de Castillo y éste ofendido renunció a la propiedad del negocio.

Desempeñó numerosos oficios, entre ellos el de "Oficial de Justicia". El primer deber en éste trabajo, fue el desalojo de unos inquilinos de un conventillo. Fue a cumplir con su obligación, llevando en el bolsillo los cinco pesos que le habían dado para viáticos. Se encontró con un cuadro pavoroso, una mujer enferma cuyo marido desocupado no estaba en casa. Los vecinos lo miraban con desprecio.

Entonces González Castillo propuso :

- Yo tengo estos cinco pesos, los pongo para hacer una colecta y pagar la deuda que esta mujer tiene.- Se fue y renunció a un trabajo que nada tenía que ver con lo que él era.

Entre 1910 y 1914, por razones políticas tuvo que abandonar nuestro país y vivió en Valparaíso. Trabajó como vendedor de vinos para una firma inglesa y se vio obligado a aprender el inglés, que luego le resultó sumamente útil. Mientras tanto trabajó como periodista de un importante diario de un senador, quien presentó e hizo aprobar varias leyes que fueron concebidas y aconsejadas por nuestro compatriota. Además, en medio de su pobreza, se desempeñó como barman, en las afueras de Santiago, oficio del que sabía absolutamente nada. Hacía las mezclas sin ton si son, pero gustaban y pedían las repitiera, cosa que no podía realizar.

De regreso a Buenos Aires, se instaló en San Juan y Quintino Bocayuva. Trabajando como periodista de "Crítica" y como traductor de películas en la "Casa Max Glucksmann". Para ese entonces ya tenía sus tres hijos: Cátulo, nacido en 1901, Hugo y Gema. Con respecto al mayor, existe una anécdota muy graciosa con respecto al nombre; al nacer, Castillo quiso llamarlo "Descanso dominical", de acuerdo a una ley por sancionarse. A lo cual se opuso terminantemente el empleado de Registro Civil; se armó una gran tremolina y un amigo pacificador, propuso el nombre de Ovidio Catulo ( obsérvese que va sin acento ).

La producción de González Castillo es inmensa. Escribió dramas, tragicomedias, zarzuelas, cuentos para niños, monólogos, traducciones, letras de tango, artículos periodísticos. Firmaba a veces como Martín Gla. Llegó a ser junto a Florencio Sánchez un autor de primer nivel y muy popular. La diferencia entre ambos estriba que en mientras en Sánchez hay una mayor fuerza política y una profunda desesperanza, en Castillo hay más fe en el ser humano y se valoriza el amor como luz en el futuro.

Las obras de este autor fueron de auténtica vanguardia. Tenía un corte realista. Hacía una descripción objetiva de la sociedad y poseía un estilo sencillo, de pinceladas recias, con el que llegaba al alma del pueblo. Durante sus treinta años de intensa labor, renegó del arte por el arte mismo, fue consecuente con su creación y valeroso para defenderla. Citaremos entre ellas:"Los invertidos". Se estrenó en 1914. Por su temática sobre la homosexualidad, llegó a ser prohibida por la Municipalidad para evitar escándalos. Es interesante comentar que en 1926 la repone la Compañía de Enrique Orellano en el "Smart" y en 1956 la Compañía de Homero Cárpena. Fue una y otra vez silenciada, hasta que hace relativamente poco tiempo, se la puso en escena en el Teatro San Martín, donde fue un éxito.
"La mala reputación" . También creó problemas, porque debatía la cuestión del divorcio.
"El pobre hombre". Donde tomó la problemática de las alteraciones psíquicas.
"Los dientes del perro". Donde si bien el tema no es innovador, cuando se iba a representar por primera vez en 1918, Elías Allipi, le sugirió a Castillo que dado que el primer cuadro transcurría en un cabaret, se podría colocar la orquesta en escena y no en el foso, a lo cual el autor accedió.

Habló con Roberto Firpo, y el 18 de marzo al estrenarse la obra en el teatro "Buenos Aires", se cantó por primera vez el tango "Mi noche triste" de Pascual Contursi .






 Entre los guiones cinematográficos que escribió, figura en 1908 el de "Juan Moreira", "Nobleza gaucha" y otros.











De las letras de sus tangos baste mencionar "Sobre el pucho", "Grisetta" , "Silvando", "El aguacero", "Organito de la tarde" ( que escribiera junto a su hijo Cátulo ). En cuanto a "Sobre el pucho", vale la pena recordar que en 1922, una fábrica de cigarrillos organiza un concurso de tango. Sebastián Piana, que era un muchachito, escribió una pieza instrumental y se la llevó a Castillo para pedirle su opinión. En ese entonces González Castillo que tenía 37 años y al que llamaban "el abuelo", lo aprueba y sugiere el título, ya que el concurso lo organizaba una fábrica de cigarrillos. Piana ganó el segundo premio, y poco después lo grabaría Carlos Gardel.
Cátulo contaba que su padre tenía aptitudes para todo: dibujo, carpintería, artes gráficas, propaganda. Recordemos que entre sus actividades se cuenta como miembro activo en la fundación de la "Universidad Popular de Boedo"; como así mismo la creación de la "Sociedad de Artistas Plásticos". A propósito de ello comentaba el escultor Vicente Roselli, que los plásticos que querían concretarla, estuvieron 10 años discutiendo como hacerlo. González Castillo en unas horas les hizo los estatutos, dejándola formada. Era un excelente padre que jamás estaba quieto y tenía un carácter alegre. Al morir su esposa se tornó triste. La Avenida Boedo se convirtió en su refugio y no hubo café o bodegón que no conociera su presencia. Pasó sus últimos años entre su casa, los cafés y la Peña Pacha Camac. Murió en su casa en 1937, a los 52 años de edad, mientras tomaba mate.

Cuando se descompuso, se mandó a buscar urgentemente al Dr. Julio Cruciani, que era su amigo, al Hospital Ramos Mejía, donde estaba trabajando. Cruciani salió sin sacarse siquiera el guardapolvo, pero cuando llegó era demasiado tarde. Entre Castillo y Cruciani, había existido una gran amistad. El médico solía ir a buscarlo a su casa de Boedo 1058/60 ( donde se conserva una placa que identifica el lugar ) y comenzaban a caminar por Boedo hacia el norte. Ambos eran personajes sumamente populares, de modo que a medida que avanzaban se les iba uniendo gente y cuando llegaban a la puerta de la Peña Pacha Camac, formaban una pequeña manifestación.


Con respecto a esta Peña, digamos que se fundó en la terraza del café Biarritz, en 1932. Agrupaba a los artistas del barrio. Su finalidad era difundir las artes. Se levantó con el apoyo económico de vecinos y comerciantes. Allí se hizo teatro, se ofrecieron conciertos, se realizaron exposiciones, todo en forma gratuita.

Funcionó en las terrazas del Biarritz ( Av. Boedo ), hasta que la Municipalidad los conminó a desalojar en 24 horas, para construir el Banco Municipal . Continuó funcionando un tiempo en Carlos Calvo 3621, luego en Loria 1536, que fue su último domicilio, cuando desapareció en 1949.
Artl escribió sobre ella, que si a la Peña del Tortoni, iba la burguesía, a la de Boedo, iban los pobres, los inteligentes de ese barrio suburbano. No en vano se vendían más libros allí que en toda la calle Corrientes.

Roberto Arlt (1900-1942) retrato de R. Carpani
   Hoy podemos decir que aunque gran parte de su obra haya pasado de moda, escribió un inmenso capítulo de la historia de la literatura teatral argentina.
En 1933 González Castillo ya se había internado en los problemas de "La ilusión de la realidad", adelantándose a los movimientos de vanguardia que hacia 1950 revolucionarían la escena europea.
El publico boedense había recibido una impronta, que comenzó a diluirse cuando en todo Buenos Aires, la televisión se hizo masiva y cambió las costumbres, produciendo una introversión en las relaciones sociales. Pero si el teatro es dar testimonio, Boedo cumplió la premisa.


Placa de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo
 en homenaje al Teatro y a los actores que dejaron su huella (2004).



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