El Museo Histórico del Banco Ciudad “Monte de Piedad” fue inaugurado en agosto de 2003, a 125 años de la creación del Monte Pio de la Provincia de Buenos Aires, antecedente del Banco Municipal y del actual Banco Ciudad.
Se encuentra emplazado en pleno barrio de Boedo, en el lugar donde preexistió el café Biarritz y funcionó la peña Pacha Camac, por la que pasaron buena parte de las figuras del grupo literario Boedo.
Los libros, documentos, fotografías, objetos, y un vídeo pedagógico realizado para los estudiantes, entre otros elementos que hemos reunido, son las huellas de los acontecimientos sociales, culturales, económicos y políticos de la vida cotidiana.
Ejes temáticos del recorrido que se propone desde el Museo:
Llegada al Puerto de Buenos Aires 1853-1920:
La inmigración
Creación del Monte de Piedad 1878:
El Banco Ciudad se fundó en 1878 como Monte de Piedad, una institución que trabajaba sólo con préstamos pignatarios, es decir, con empeños.
José Hernández integró durante tres años el Consejo de Administración del Monte de Piedad –1881/84– del que fue apasionado defensor a través de su actuación periodística, literaria y parlamentaria. En su recordado discurso del 26 de mayo de 1880 en la Legislatura sentenciaba: “…las sociedades que olvidan la suerte de sus padres están condenadas a ser siempre pobres. El medio de enriquecerse es cuidar a los pobres…”. Y no cabe otra interpretación –en ese contexto– que la de un “enriquecimiento” ético, dada su previa defensa del Monte de Piedad: “…aunque no produjera por su sola actividad lo suficiente para costear sus gastos (…) la Cámara debe votarlos sin dificultad ninguna, pues es una institución que presta inmensos beneficios al público…”
Primeros objetos de la Institución
El Café Biarritz y la Peña Pacha Camac 1932-1938
Recuperación histórica de aquel espacio cultural del barrio de Boedo.
El siguiente paso es el puerto. En esta sala, las fotografías de los inmigrantes contrastan con una colección de valijas antiguas.
Creación del Monte de Piedad 1878:
El Banco Ciudad se fundó en 1878 como Monte de Piedad, una institución que trabajaba sólo con préstamos pignatarios, es decir, con empeños.
Falta aún un par de años para la federalización de Buenos Aires. Boedo es el límite oeste de la ciudad. Las miserias y carencias de la gente más humilde la arrojan al vaciadero de la usura. Los prestamistas refugiados en eufemísticas casas de remate expolian sin piedad. Así nace el 23 de mayo de 1878 el primer Monte de Piedad, con el fin de “…servir a la clase proletaria, que es precisamente la que más necesita aprovechar de los beneficios de esta institución” (acta del Consejo de Administración, 10/6/1878). Los apuros que genera un momentáneo desempleo –que ya existe–, una enfermedad, o simplemente el crédito barato para la piecita del fondo, cuentan ahora con una fuente más razonable que acepta la garantía de objetos varios. Desde el reloj de bolsillo –que perteneció al abuelo– hasta una pilcha del ropero –previo rescate de la bolsita de naftalina– pasan a ser materia pignorable, término de raigambre culta que Celedonio Flores baja al llano cuando rescata a su Viejo smoking de la catarata de objetos que van “…de cabeza p’al empeño”.
José Hernández integró durante tres años el Consejo de Administración del Monte de Piedad –1881/84– del que fue apasionado defensor a través de su actuación periodística, literaria y parlamentaria. En su recordado discurso del 26 de mayo de 1880 en la Legislatura sentenciaba: “…las sociedades que olvidan la suerte de sus padres están condenadas a ser siempre pobres. El medio de enriquecerse es cuidar a los pobres…”. Y no cabe otra interpretación –en ese contexto– que la de un “enriquecimiento” ético, dada su previa defensa del Monte de Piedad: “…aunque no produjera por su sola actividad lo suficiente para costear sus gastos (…) la Cámara debe votarlos sin dificultad ninguna, pues es una institución que presta inmensos beneficios al público…”
José Rafael Hernández (1834-1886), militar, periodista, poeta y político argentino, especialmente conocido como el autor del "Martín Fierro", obra máxima de la literatura gauchesca. |
"La casa de la Virreina Vieja", Perú 395. |
En la llamada casa de la Virreina Vieja ubicada en Perú 395 funcionó el primitivo Banco Ciudad .
Joaquín Almeida, y luego su viuda Juana Cazón, la ocuparon hasta que tras su muerte en 1848, fue cedida en renta para beneficio de algunas instituciones caritativas. Treinta años más tarde se abrió aquí el Monte de la Piedad de la Provincia de Buenos Aires, una entidad oficial de préstamos. Una década después se la transfirió a la ciudad y se llamó Banco Municipal de Préstamos y Caja de Ahorros.
El 23 de mayo de 1878, con remodelaciones internas, la vieja Casa de la Virreina Vieja pasó a ser la sede inaugural del Monte de la Piedad de la Provincia de Buenos Aires, una institución que como las que la precedieron en el mundo, intentaba terminar con la usura ciudadana.
Desde 1888 perteneció a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y cambió su nombre por el Banco Municipal de Préstamos y Caja de Ahorros (hoy Banco Ciudad). Siguió establecido en la esquina de Perú y Belgrano hasta 1909. Los patios donde "el virrey se sentaba a jugar con sus amigos al tresillo" pasaron a albergar los clásicos remates del banco. Cuando la institución se mudó, la histórica casona se transformó en conventillo. El dormitorio de la virreina, que antes de la instalación del montepío se adornaba con regio mobiliario, terminó siendo un taller de planchadoras.
Bajo una vitrina, el Libro de Actas N° 1, de 1878, consigna que en la primera operación el Monte de Piedad pagó $ 250, por un objeto tasado en $ 500, a un tal Rubén Fernández, aunque no se aclara cuál fue el objeto empeñado.
La casa propia:
La casa propia:
Primera Casa Matriz del Banco Municipal en Suipacha y Viamonte, 1909 |
Primeros objetos de la Institución
- La libreta de ahorro
- Oficina de empleados
- Objetos y fotografías documentales de época
El Café Biarritz y la Peña Pacha Camac 1932-1938
Recuperación histórica de aquel espacio cultural del barrio de Boedo.
El Museo además cuenta con un Archivo oral de la Memoria Intangible que está compuesto por relatos realizados por empleados del Banco que narran historias y anécdotas que enriquecieron la vida cotidiana de la Institución, y una nueva sala interactiva experimental en el tercer piso donde los visitantes pueden experimentar e interactuar con los objetos exhibidos, logrando de esta manera un mayor acercamiento a los elementos de trabajo utilizados en décadas pasadas en las distintas oficinas y dependencias del Banco.
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