Las islas Baleares son un archipiélago del Mar Mediterráneo cuya influencia en el Río de la Plata se sintió a través del contingente de emigrantes que llegó al puerto de Buenos Aires el siglo XIX.
Un grupo se instaló en el barrio de Boedo y para organizarse fundó el 13 de agosto de 1905 la Casa Balear como una asociación de socorros mutuos, un “reducto mallorquí en Buenos Aires”.
“Había panaderos, zapateros, vendedores de cuero”, rememora Miguel Vanrell Suau. En las primeras décadas “médicos de la institución atendían a los trabajadores” hasta la creación de las obras sociales en la década del 50.
Un grupo se instaló en el barrio de Boedo y para organizarse fundó el 13 de agosto de 1905 la Casa Balear como una asociación de socorros mutuos, un “reducto mallorquí en Buenos Aires”.
Casa Balear, Colombres 841 |
El 13 de agosto de 1905 nacía una entidad que congregaba a la colectividad Balear que había llegado, o lo estaba haciendo, a la ciudad de Buenos Aires. Como muchas otras instituciones que se formaron por aquellos tiempos, su finalidad era contar con una sociedad conformada como Asociación de Socorros Mutuos y contribuyera a palear las vicisitudes de los inmigrantes que vivían a veces con angustia y con pocos medios, la soledad y lejanía de sus familias.
Si bien la reunión organizativa de la nueva entidad se realizó en un local de la calle Entre Ríos 177, muy pronto se trasladaron al barrio de Boedo, donde ya muchos de sus “paisanos” habían fijado su domicilio, establecido comercios o encontrado puestos de trabajo. Es en 1920 cuando se unen con La Protectora Balear, una institución hermana y se establecen en San Ignacio 3676. Años después, en 1928, inauguran el edificio en su actual ubicación de Colombres 841.
La Casa Balear estuvo desde siempre vinculada al barrio de Boedo y se dice que hubo años en que se escuchaba cantar el himno Balear por las calles del barrio. Fueron célebres las reuniones danzantes, los espectáculos teatrales y las exposiciones de pintura. La Peña Pacha Camac encontró en sus salones el lugar adecuado para muestras y conferencias. Mallorquines, menorquines, ibicencos y formenterenses fueron propietarios de célebres comercios de Boedo, como la confitería Las Flores Porteñas, que aún perdura, y la peluquería Los 20 Oficiales, sobre la calle Boedo.
En la actualidad, modernizadas sus instalaciones, permanece abierta para todo el barrio, brindando su hospitalidad a todas aquellas instituciones que deseen realizar actos académicos o sociales. Un Centro de Jubilados, una escuela de informática y distintas actividades culturales se desarrollan en los amplios salones de Colombres 841.
En oportunidad de celebrarse el 13 de agosto de 2005 el Centenario de la Institución, la Junta de Estudios Históricos de Boedo acompañó la mayor parte de los actos conmemorativos, descubriendo una placa en la intersección de Pje. San Ignacio y calle Colombres, bautizando el lugar como Esquina de los Baleares.
La Casa Balear profundizó sus actividades sociales y culturales, orientadas a fomentar la cultura hispánica. Así ocurre en el presente: se enseña lengua balear, a la vez que hay danza y coro tradicional de las islas.
En el montepío de Montserrat -con amplia mayoría participativa de catalanes-, fundado en 1857, empieza a funcionar la primera sociedad en la que participan los baleares que se instalan en Buenos Aires. Luego, a principios del siglo XX, existieron varios centros de residentes de las Islas Baleares, pero agrupados por isla: Círculo Mallorquín, el Centro Ibicenco y Menorca Unidad.
Después de varios intentos de crear una sola entidad Balear, el día 13 de Agosto de 1905 se reúnen 84 personas en una casa de la calle Entre Ríos 117, propiedad de Don Juan Caubet. Es entonces cuando nace el Centro Balear con la presidencia provisoria del Pbro. José Escalera quien quince días más tarde hará entrega del cargo a la primera Comisión Directiva.
Tenían como objetivos los aspectos sociales, asistenciales, educativos y deportivos, como así también afianzar los valores de la tradición y cultura Balear: para los Baleares residentes en Buenos Aires y para los Baleares residentes en las Islas que pudieran necesitar ayuda.
Con el tiempo, además de cumplir con sus objetivos mutuales y asistenciales, las costumbres, tradiciones y folklore Baleares conformaron un Conjunto de Bailes, el Coro, el dictado de clases de enseñanza de la lengua que se hablaba en las Islas: el idioma Catalán, la creación de importantes grupos teatrales, equipos representativos en lo deportivo así como la edición de periódicos para la difusión del quehacer en las Islas Baleares y de las actividades del Centro, hoy Casa Balear.
La enseñanza de la preparación de comidas típicas Baleares siempre ha sido otra de las preocupaciones permanentes. En la sede de la casa existe la réplica de una típica cocina Balear, íntimo ambiente predilecto para pequeñas reuniones y que se utiliza asiduamente. El día 1º de mayo de 1906, se edita el primer número del periódico EL BALEAR que con su lema “Defensor de los intereses del Centro Balear”, será publicado durante varios años. Así en un artículo publicado al celebrarse el segundo aniversario de la fundación del Centro, se citan los siguientes términos: “Demasiado fuerte late nuestro corazón para dejar inapercibida la fecha del 13 de Agosto de 1905 en que por vez primera se vieron congregados en Asamblea a los hijos de las Baleares – sin distinción de creencias – y todos con el semblante risueño, deseosos de fundar una Sociedad de Socorros Mutuos Recreativa e Instructiva la que se llevó a cabo en la humilde casa del obrero Juan Caubet, Entre Ríos 117, que de antemano había puesto a disposición de sus coprovincianos”. Treinta y cinco años más tarde, en 1940 la fusión de dicho Centro y otra entidad denominada Protectora Balear, da nacimiento a la única entidad representativa Balear en la ciudad de Buenos Aires: la CASA BALEAR que – como su nombre Casa en sentido de Hogar Familiar lo indica – es la síntesis perfecta para la unión, confraternidad, amistad y vivencias de los inmigrantes, sus hijos, sus familiares y de todos aquellos que se sientan identificados con las raíces del tronco Balear que aquí permanece incólume como un talaiot de las queridas y por siempre presentes Islas Baleares. Desde su creación, la sede de la Casa Balear de Buenos Aires se encuentra en la calle Colombres 841.
La decoración de los pasillos y del salón de actos también oficia para recuperar las costumbres del archipiélago hispano: la Virgen Moreneta de Lluc —patrona de Mallorca—, vestimentas típicas, fotos de socios históricos y demás exhibiciones completan el paneo cultural.
A su vez, “la institución está disponible para actividades del barrio, cuanto más participación mejor”, define el presidente y comenta que se reúne la Junta de Estudios Históricos de Boedo, del mismo modo que la Junta Comunal 5 hizo allí su presentación en público. Las exposiciones de cuadros y presentaciones de libros también son frecuentes en Colombres al 800.
Por eso, antes de ingresar al edificio, puede notarse sobre su fachada el estilo clásico español que impregna a sus imponentes puertas de madera, el balcón que se asoma por encima, y a cada uno de los faroles que lo adornan.
Una vez dentro, un pasillo con una pequeña fuente conduce hasta la entrada del hall central. Desde aquel sitio es posible visualizar, a escasos metros, una réplica de la típica cocina balear. En este mismo lugar se ubican varias mesas que, a modo de mostrador, las mujeres utilizan para vender los más diversos platos, algunos originarios y otros que los inmigrantes fueron adquiriendo con el paso del tiempo.
La diversidad cultural que generan las colectividades es, sin lugar a dudas, un aporte de extraordinario poder enriquecedor. A través del intercambio, el conocimiento y la integración, se construyen puentes. Lazos de amistad que no sólo valoran y preservan los orígenes y tradiciones de la “terra” de los abuelos, de los padres de los que han tenido que abandonar sus hogares en busca de una vida mejor, sino que además, permite sumar hábitos y costumbres del país anfitrión. Porque en definitiva, compartir culturas es también una invitación a compartir el progreso, el futuro de una sociedad.
Una vez dentro, un pasillo con una pequeña fuente conduce hasta la entrada del hall central. Desde aquel sitio es posible visualizar, a escasos metros, una réplica de la típica cocina balear. En este mismo lugar se ubican varias mesas que, a modo de mostrador, las mujeres utilizan para vender los más diversos platos, algunos originarios y otros que los inmigrantes fueron adquiriendo con el paso del tiempo.
La diversidad cultural que generan las colectividades es, sin lugar a dudas, un aporte de extraordinario poder enriquecedor. A través del intercambio, el conocimiento y la integración, se construyen puentes. Lazos de amistad que no sólo valoran y preservan los orígenes y tradiciones de la “terra” de los abuelos, de los padres de los que han tenido que abandonar sus hogares en busca de una vida mejor, sino que además, permite sumar hábitos y costumbres del país anfitrión. Porque en definitiva, compartir culturas es también una invitación a compartir el progreso, el futuro de una sociedad.
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