sábado, 25 de julio de 2020

Mercados de Boedo



En Buenos Aires, el primer mercado de carne, matadero mejor dicho, fue el de la Convalecencia, que en la primera mitad del siglo XIX (alrededor de 1830, estaba ubicado en el barrio “Parque de los Patricios), donde hoy está el Parque España y que también era conocido como “los Mataderos del Sud”. 
EL MATADERO DE LA CONVALECENCIA


A partir de 1857 se trasladó al lugar donde hoy está la Plaza Constitución y comenzó a funcionar como Mercado del Sud del Alto.







La plaza Constitución y su aspecto meses antes de que la estación cabecera del F.C. Sud se instalara en su frente. Albúmina sobre cartón de E. Gonnet
Ocupaba tierras que eran propiedad de Luis Dorrego (hermano del efímero gobernador Manuel Dorrego, predio en los que también se asentaron los mataderos y corrales de animales, que llegaban a la ciudad para su faena diaria. Este sitio fue el escenario elegido por Esteba Echeverría, para ubicar su obra “El matadero”, primer cuento realista argentino, cuando nos dice: “El matadero de la Convalecencia o del Alto, sito en las quintas al Sud de la ciudad, es una gran playa en forma rectangular colocada al extremo de dos calles, una de las cuales allí se termina (hoy avenida Amancio Alcorta) y la otra se prolonga hacia el Este (avenida Caseros). Esta playa con declive al Sud, está cortada por un zanjón labrado por la corriente de las aguas pluviales en cuyos bordes laterales se muestran innumerables cuevas de ratones y cuyo cauce, recoge en tiempo de lluvia, toda la sangraza seca o reciente del matadero. En la junción del ángulo recto hacia el Oeste está lo que llaman la casilla, edificio bajo, de tres piezas de media agua con corredor al frente que da a la calle y palenque para atar caballos, a cuya espalda se notan varios corrales de palo a pique de ñandubay, con sus fornidas puertas para encerrar el ganado. Estos corrales son en tiempo de invierno un verdadero lodazal en el cual los animales apeñuscados se hunden hasta el encuentro y quedan como pegados y casi sin movimiento. La casilla, por otra parte, es un edificio tan ruin y pequeño que nadie lo notaría en los corrales a no estar asociado su nombre al del terrible juez y a no resaltar sobre su blanca pintura los siguientes letreros rojos: «Viva la Federación», «Viva el Restaurador y la heroína doña Encarnación Ezcurra”, “Mueran los salvajes unitarios”. Letreros muy significativos, símbolo de la fe política y religiosa de la gente del matadero”. En 1860, una ordenanza ordenó el traslado de los mataderos a un lugar más alejado del centro urbano de Buenos Aires, por cuestiones de salubridad. Esto no fue cumplido, y en el mismo año, fue rechazado el reclamo de las abastecedoras de carne, que pedían quedarse allí. Finalmente el lugar fue desmantelado por la fuerza policial. En 1865, para reemplazarlo se construyó el matadero de Los Corrales, donde hoy está el Parque Patricios propiamente dicho, frente a la sede de Gobierno de la Ciudad, lugar que ocupó hasta 1901, año durante el cual se mudó a su actual ubicación, pasando a llamarse “Mercado de Mataderos”, dándole así el nombre de “Mataderos” al barrio que lo albergó. 

Corrales Viejos


Corrales Viejos



Y así se escribió la historia de tantos paseos y lugares públicos de Buenos Aires: cada “mercado”, fue dejando un barrio, un parque o un nombre a su paso. A medida que la ciudad iba creciendo, fueron apareciendo más mercados de abastecimiento y a finales del siglo XIX y comienzos del XX, en el Buenos Aires en formación de esa época, los mercados ya se habían consagrado como puntos de referencia de los barrios. En algunos casos se mantienen aún en pie, como shoppings, como sucedió en Balvanera; otros dieron origen a espacios públicos como el Mercado del Pescado, que estaba instalado en el barrio de Barracas y que hoy es el Centro Metropolitano de Diseño y otros (quizás los más), fueron desapareciendo empujados por los “Supermercados”, que de la mano de grandes corporaciones internacionales, han copado el espacio que antes ocupaban ellos.. Antes de finalizar esta nota, recordemos que para 1912, se repartían para satisfacer las necesidades alimentarias de los porteños, el Abasto Proveedor (Corrientes y Agüero), el Spinetto (Matheu y Alsina), el Nuevo Modelo (Montevideo y Sarmiento), el San Cristóbal (Entre Ríos e Independencia) y el Inclán (Inclán y Virrey Liniers), el Mercado de San Telmo fundado en 1897 (Defensa y Carlos Calvo) y el Del Plata (1856), ubicado en las actuales Sarmiento y Perón, presentes, todos ellos, en la huella que define costumbres urbana de la comercialización de productos alimenticios, comunes quizás, a todas las comunidades del mundo. En marzo de 1870, fue aprobada una ordenanza que resolvía la apertura de una plaza pública en estos terrenos y en 1871 fue inaugurada allí la “Plaza de los Inválidos” (un diseño que se atribuye al ingeniero y Director General de Paseos Públicos, Eugenio Courtois, y al paisajista Carlos Thays), en homenaje a los sobrevivientes de la guerra de la triple alianza.

Mercado de Abasto Proveedor (hoy Shopping Abasto)
Spinetto (hoy Shopping Spinetto)
















Mercado del Plata

Mercado del Spinetto

En Buenos Aires o París –cada uno con sus particularidades–, los mercados pasaron de las calles y plazas a lugares cerrados en la segunda mitad del siglo XIX, a la par del crecimiento de las ciudades y el reconocimiento de la necesidad de políticas de higiene y salubridad.
“Se construyeron 36 en diferentes partes de la Ciudad entre 1856 y los primeros años del siglo XX”, dicen las arquitectas Graciela Aguilar y Mónica Sanjurjo y el historiador Leonel Contreras en el libro "Mercados de Buenos Aires" (Olmo Ediciones, 2014).
Fue en el marco de las oleadas de inmigrantes y del cambio de la antigua forma de venta directa del productor al comprador –que hace unos años vuelve, aggiornada y en pequeña escala– a la de intermediación comercial, explican.
Pero además operaron como “puntos referenciales a la hora de la consolidación de los diversos barrios”. De hecho, cuando el de Abasto cerró, en 1984, dado que la Corporación del Mercado Central limitó la instalación de ese tipo de espacios a 60 km de la Ciudad, Luca Prodan escribió la canción "Mañana en el Abasto" sobre “bares tristes y vacíos” y “tomates podridos por las calles”.
La memoria de los viejos residentes de Boedo podrá dar fe de lo que era el de la calle “Inclán”. Los que no lo conocieron en su hora de esplendor, pueden tener una idea con sólo observar su estructura arquitectónica, ahora casi fantasmal.
Este mercado histórico aparece en la Memoria Municipal de 1912 con un producto anual calculado de $ 15.000. En el Proyecto Orgánico del Municipio (Plan Noel) para a Ciudad de Buenos Aires de 1925 figura con 693,45 metros cuadrados de superficie cubierta. En la Guía Kraft de 1952 se dice que es propiedad de Luis Hugo. Funcionó hasta principios de la década de 1990. Actualmente funcionan algunos garages y estacionamientos.


Sobre avenida San Juan al 3600 a metros de avenida Boedo se encuentra el Mercado San Juan inaugurado en 1895. Alberga algo más de 10 puestos, carnicería, verdulería, fiambrería, etc. A ambos lados de la entrada funcionan una Fábrica de Pastas Artesanales y una Vinoteca.
  Se cree que fue como “fábrica die hielo” (para conservar el frío de modo artesanal). De techos a dos aguas, como una casita, se convirtió en espacio central para vecinos. 




                                                       Interior del Mercado de San Juan














Otro de los viejos mercados porteños que, a pesar de su nombre, se encuentra en Boedo es el Mercado y Frigorífico Proveedor de Almagro sobre la calle Quintino Bocayuva entre Estados Unidos y Carlos Calvo. Actualmente muy pocos negocios permanecen abiertos y son los que dan a la calle. El interior está intrusado.

 Hace 50 años, la Ciudad de Buenos Aires tenía 215 mercados . Hoy son menos de 20. Un ejemplo de esta merma es el Mercado Proveedor Almagro que, pese a su nombre, está ubicado en el barrio de Boedo (Comuna 5) sobre Quintino Bocayuva, entre Estados Unidos, el pasaje Totoral y Carlos Calvo. Es un predio fantasma con casi 1.500 metros cuadrados que está cerrado.
Mercado Proveedor Almagro, ingreso por Pasaje Totoral
"No tenemos novedades, está judicializado el tema, pero está todo frenado, los que mantienen la toma abrieron locales a la calles pero adentro no pasa nada”, dicen en la fábrica de pastas. El Mercado Proveedor Almagro abrió a principios de los años treinta. “Era una romería. Como no había supermercados, todos los vecinos venían acá. Desde las siete de la mañana hasta bien tarde había gente. Eran como cincuenta y pico de locales”, evoca Francesco de este local familiar con casi dos décadas de vida.

Mercado Proveedor Almagro, ingreso por Quintino Bocayuva
Carmen y su marido Tito hace más de 50 años son dueños de la carnicería lindera. Cuenta Carmen acerca del cierre del Mercado, ocurrido en mayo del 2000: “Cada parcela, cada localcito, tenía un dueño, en general personas grandes. En esa época habían abierto varios supermercados de cadena en la zona. La gente fue a hacer sus compras ahí porque podían usar tarjetas de crédito. Acá no había nada de eso. Los viejos dueños venían temprano y estaban cansados de estar todo el día para vender puchos de mercadería. Así fueron cerrando uno a uno los locales. Quedaron los hijos, los herederos, pero nunca nadie dio bolilla porque para ellos esto representa pagar deudas, lo dan por perdido”.
Tiene cinco ingresos enrejados: dos por Quintino y tres por el pasaje. A los costados de la puerta enrejada de Quintino hay una fábrica de pastas artesanales y una carnicería. Son los únicos comercios activos que habían abierto antes del cierre del Mercado. En el último tiempo abrieron otros dos negocios a la calle, vinculados a quienes mantienen una ocupación dentro del predio.
Hace poco más de diez años un grupo de personas intrusó parte del Mercado, en especial los locales que dan al pasaje. Hoy se pueden ver persianas bajas con pintadas de Prohibido Estacionar. Se nota que hay gente viviendo en esta zona. La comerciante Carmen explica: “Una persona dijo primero que era dueña legítima, luego que se hizo de una herencia, los vecinos sabemos que es mentira todo eso y que sólo quieren quedarse con el terreno. El juez dice que tienen que venir los dueños para concretar el juicio de desalojo, pero nadie aparece. El Gobierno (de la Ciudad de Buenos Aires) no se puede meter porque es un tema entre privados. Nosotros somos laburantes, tratamos de convivir, no queremos problemas con nadie”.
Cerraron más de 110 en Buenos Aires, 64 se transformaron –el de Abasto reabrió como shopping en el 1998, igual que el Spinetto en 1988–, 13 quedaron abandonados y cerca de 20 aún funcionan.







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