martes, 28 de julio de 2020

Boedo: su historia



El Barrio de Boedo lleva el nombre del salteño Dr. Mariano Joaquín Boedo (1782-1819), jurisconsulto, diputado por Salta y vicepresidente en el Congreso de Tucumán de 1816.
Avenida Boedo hacia el Sur en 1973
Avenida Boedo en su cruce con Av. San Juan en la actualidad.
Boedo es el único barrio de la ciudad de Buenos Aires que toma su nombre en relación a una avenida específica. La Avenida Boedo lleva su nombre en honor al Dr. Mariano Joaquín Boedo desde el año 1882. El Dr. Boedo fue un brillante abogado salteño que nació en el año 1782 y fue diputado de su provincia. Dedicó su vida a la causa de la Independencia y fue signatario del Acta de la Independencia Nacional. Por su desempeño se lo nombró vicepresidente del Congreso de Tucumán. 


Ya existían en esos momentos dos viejos caminos de comunicación comercial, prácticamente para los cuatro rumbos del país, el camino Real de fecha 1663, por disposición del Gobernador José Martínez de Salazar; Camino Principal a Flores, según plano de  J. M. Manso de 1817 y Federación o Confederación Argentina, denominación con  la que se conoció nuestro país durante los gobiernos del Brigadier Juan Manuel de Rosas y Justo José de Urquiza por Ley del 13 de junio de 1836, pero dicho nombre fue cambiado por el de Bernardino Rivadavia por Ordenanza del 28 de septiembre de 1897, con circulación de Este a Oeste; y el transversal de Norte a Sur, que después fueron denominados como Medrano, en razón de su proximidad con el arroyo del mismo nombre, que corre hoy entubado bajo la avenida García del Río.

Plano de la Ciudad de Buenos Aires, 1885
Castro Barros designada así por la Corporación Municipal del 6 de marzo de 1882, en homenaje al sacerdote Pedro Ignacio Castro Barros, (1777-1849), diputado por La Rioja en el Congreso de Tucumán y calle Boedo, toda esta gran zona hasta cerca de 1870 se encontraba en un estado más que rural. En la zona descripta precedentemente corrían tres riachos que se convertían en los días de abundantes lluvias en arroyos que bajaban al encuentro del arroyo Maldonado por las calles Muñiz y Yatay.
Pedro Ignacio Castro Barros (1777-1849)
El Boedo antiguo, el de las quintas, hornos de ladrillos, tambos lecheros y caminos polvorientos frecuentados por arrieros y jinetes que iban hacia el “centro”, o en busca del Riachuelo. En estas vías de circulación primitivas se encontraban numerosas pulperías. 

Juan León Palière (1823-1887) "La Pulpería" (litografía)

Una pulpería era un foco de sociabilidad, un aglutinador de pobladores y trabajadores, por eso un elemento de desarrollo civil. También acogía a los que pasaban como reseros en procura de un trago  y seguir el duro viaje. En esos sencillos comercios de nuestro cercano campo, con auspicioso palenque, enramada sombreada y algunos árboles, se encontraba casi de todo, un fardo de lana, un rollo de alambre, una bolsa de yerba. Allí se vendía el azúcar “moreno”, la ginebra en botella de barro, la cerveza importada en los pesados recipientes de cerámica, o acaso algún ejemplar del “Martín Fierro”, iniciador de esa vocación boedense por las payadas.

En esas antiguas pulperías era frecuente observar el mostrador defendido por rejas de hierro y el ornato sencillo de los vasos de grueso vidrio, que se llenaban con la gustosa caña de La Habana o de duraznos y también los gastados naipes españoles sobre las mesas de dura madera y sillas del mismo material.
El Grupo artístico de Boedo" pintó el Mural N° 99 "La Pulpería de Boedo" entre las calles Senillosa y Zelarrayán para recordar las pulperías que se encontraban en el barrio.



En 1887, el primer censo urbano reveló que la ciudad tenía 433.375 habitantes, y además de varios adelantos edilicios contaba con cuatro líneas de ferrocarril y dos líneas de tranvías. Por Ley 2089, anexaron a la Capital los partidos de San José de Flores y Belgrano, y se marcó el Boulevard de Circunvalación la hoy Avenida General Paz que pasó a ser límite definitivo con la Provincia de Buenos Aires.


La calle Boedo y sus prolongaciones tanto para el sur como para el norte había concluido de ser el límite conocido extraoficialmente de la ciudad de Buenos Aires, otros tiempos llegarían, con la prolongación de las líneas de tranvías, el loteo de chacras, la instalación de la luz de gas y posteriormente del fluido eléctrico. 

Los límites actuales de Boedo puestos sobre un plano de 1885
Las construcciones que se fueron realizando en la zona eran de material, de planta baja, con desagües que daban a la calle, todavía en muchos sectores había pozos de agua, que posteriormente fueron suprimidos; recién se terminaban el empedrado en sectores de algunas calles que serían importantes en el futuro, esto que se estaba formando no tenía relación con lo que se llamaba el Pueblo de las Ranas, construcciones mixtas, madera y latas de todo tipo que se clavaban una al lado de otra, preludios primitivos de las actuales villas de emergencia, Boedo se elevaría y de eso no cabía ninguna duda, y así lo hizo.

                         Esquina NE de Boedo y Estados Unidos a principios del Siglo XX

Una conocida pulpería de la zona fue la llamada “Estrella del Sur”, ubicada en las hoy calles Pavón entre Castro Barros y  Colombres, la que con el tiempo pasó a llamarse “Almacén del Gaucho”, que introdujo en la zona la costumbre de repartir comestibles a domicilio utilizando caballos. Este comercio cerró sus puertas en 1912.
En la esquina noroeste de Boedo y Méjico, a comienzos del siglo XX, funcionaba el almacén de los hermanos Brenta, donde se concertaban riñas de gallos, juegos de cartas, taba y otros entretenimientos…con señoras divertidas, también concurrían al lugar cantores, cuarteadores y payadores.
En Independencia y Boedo, en diagonal con la antigua casa del Comisario Ciriaco Cuitiño ubicada en la Av. Independencia 3549, lugar que el hombre fuerte de la Sociedad Popular Restauradora, junto con sus hijos y personal a sus órdenes construyen hornos de ladrillos en la zona a fin de ir desaguando los terrenos para hacer los cultivables; la mencionada casa perduró en pié hasta la década de 1930.
Ciriaco Cuitiño (Mendoza, ca. 1795 - Buenos Aires,  1853) fue un oficial de policía de la Confederación Argentina, líder del grupo parapolicial conocido como "la Mazorca", una fuerza de policía política que actuó en la ciudad de Buenos Aires durante el largo gobierno de Juan Manuel de Rosas.

 Existió hasta 1925, también en Independencia y Boedo, una pulpería que ocupaba un derruido edificio y a la que se accedía bajando cinco o seis escalones. En la puerta de entrada había un bebedero para los animales y el consabido palenque.
A las pulperías le sucedieron  los almacenes, el avance de los nuevos tiempos, que casi siempre eran esquineros. El dueño por lo general era  o un “gallego” o un “tano”, que siempre vivía con su familia y acaso construía un piso alto. Al lado casi siempre se encontraba el clásico “despacho de bebidas”, no faltaba por lo general la cancha de bochas; ya en el terreno lindero con la cercanía vocinglera de perros, gallinas y algún jaulón de pájaros.


Despensa El Molinito, Boedo 788, Buenos Aires 1941.








En la esquina Este de la avenida Independencia, cuando tenía un bulevar de tierra en el medio, y calle Muñiz, todavía esta vigente el muy viejo edificio de planta baja y primer piso, que era desde principios del siglo pasado la “Farmacia Maffia”, cuyo propietario era el farmacéutico Maffia, más conocido por el vecindario como el “Boticario”, ya a principio de 1942 era un hombre mayor con pelo y bigotes blancos, anteojos, siempre de impecable delantal blanco que atendía a todo el mundo y hacía los remedios el mismo como por  ejemplo la “hontura blanca”, que era una especie de leche que se colocaba sobre el pecho y la espalda del enfermo y se frotaba dando mucho calor al mismo, se utilizaba cuando se estaba resfriado, con tos o con una bronquitis, también enseñaba a colocar las famosas “ventosas”, que eran una especie de la parte superior de una copa de vino pero de grueso vidrio, donde se introducía un poco de algodón encendido fuego y se colocaba sobre el pecho o la espalda del enfermo, apagándose de inmediato ya que al no tener oxígeno en su interior por razón que quedaba encerrado entre la piel y el vidrio se producía un súbita inflamación de la piel que quedaba marcada la misma con el círculo del vidrio. En su momento fue partero, medio médico, amigo de la gente y hasta a veces regalaba medicamentos a los necesitados del barrio.
En la famosa esquina de San Juan y Boedo, en la del noroeste, se ubicaba la mejor sastrería del barrio, cuyos dueños eran dos españoles de procedencia gallega, cuyos apellidos eran Díaz y Seoane, que poseían una altura baja por lo que llamaron a la tienda “Los dos petizos”, escrito con zeta, así era la vida en esos tiempos.
La familia Machi, tenía una conocida panadería en Independencia y Boedo, ellos mismos molían el trigo y luego fabricaban el pan y los demás ingredientes de sus confituras. Todo en las primeras décadas del siglo XX.
También hubo mercados y mataderos menores, entre ellos el “Ideal” en Independencia  3674/82; el “San Juan” en la avenida del mismo nombre 3628, otro de los grandes era el que estaba en la calle Quintino Bocayuva al 900, entre Carlos Calvo y Estados Unidos teniendo una segunda puerta de entrada hacia el pasaje Totoral con la misma numeración.


Mercado Proveedor Almagro, Quintino Bocayuva 900
















Mercado Proveedor Almagro, entrada por Pasaje Totoral
















En cuanto a los mataderos particulares ya en 1868 se encontraba el de Santiago del Río, que después de venderse pasó a nombre de Antonio Sambato, que tenía una superficie que abarcaba casi la manzana comprendida por las actuales calles Venezuela, Colombres, Castro Barros y la más tarde Quito. Otro también existía en esos tiempos en la que se sacrificaban ovejas, en la esquina de Boedo y Estados Unidos.







Uno de los grandes talleres gráficos de principios del siglo XX, fue el de Alejando Bianchi y Familia, sito en la calle Quintino Bocayuba al 900. El edificio también daba por el pasaje Totoral. Luego este taller gráfico fue desocupado y el edificio se destinó posteriormente a depósito de un gran negocio de artículos del hogar ubicado sobre la avenida Boedo entre San Juan y Cochabamba, en la actualidad sus añosas paredes guardan el honor de haber sido un lugar que dio trabajo a numerosos habitantes del barrio.
Talleres Gráficos de Alejandro Bianchi















Talleres Gráficos de Alejandro Bianchi


















La antigua bombonería y venta de caramelos, artículos de repostería y especialidades “Salemi”,  ubicado en la calle Carlos Calvo al 3611, casi esquina Boedo, lamentablemente cerró sus puertas en 2015.
Salemi Bombones

              Salemi Bombones

















Debemos recordar a los Talleres Textiles de Cayetano Gerli, en su imponente edificio para la época, ubicados en la calle Tarija entre las calles Colombres y Castro Barros, con una gran cantidad de obreros y empleados, fue un ícono de la industria especializada textil.

Talleres Textiles de Cayetano Gerli 















Otros viejos negocios que existieron  y entre los cuales podemos mencionar, a la casa de las camisas “NOSOTROS”, ubicado en Boedo 935, “LAS VIOLETAS”,  Boedo 1199, esquina Constitución; “CASA ARMIÑO”, Boedo 881, trajes y ropa en general; “CASA VERONESE”, especialista en toldos y lonas, Carlos Calvo 3963/67 y Bicicletas y Patines de la casa “BROADWAY”, sita en la calle Tarija 4372.
También se escuchaba publicidad sobre los negocios de Boedo por las Radios L.S.6 Del Pueblo, y L.S.4 Radio Porteña, siendo sus operadores Luis Elías Sojit, Horacio Besio, y Bernardino Veiga y el Dr. Emilio Rubio, eran tiempos de radio y nada más.








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