lunes, 6 de julio de 2020

Esquina Independencia y Boedo



Tienda Dell’Acqua


     Enrico Dell’Acqua fue uno de los tantísimos italianos que se afincó por estas pampas, trabajó duro e hizo fortuna, en su caso en el rubro textil. Milanés, traía experiencia de negocios y hasta abrió una fábrica en Buenos Aires, primero en Serrano y Corrientes y, después de un incendio en 1901, en Darwin y Loyola, un edificio inaugurado en 1906 que fue Casa FOA en los años ochenta. Dell’Acqua, italiano al fin, cuidaba la identidad arquitectónica de sus muchas tiendas, casi siempre firmadas por un arquitecto compatriota, Enrico Macchi, y el nombre de la sucursal se grababa en el frente del edificio. 



La esquina solía tener por encima dos parantes que sostenían una parrilla eléctrica donde, con lamparitas, se armaba el nombre Dell’Acqua, lo que hace algo más de un siglo era toda una novedad. La tienda vendía blanquería, luego agregó camisetas Victoria y finalmente ropa de confección. Dell’Acqua cerró en 1933, pero su presencia en la esquina fue tan fuerte que por treinta años más se siguió vendiendo ropa y textiles en el local, para aprovechar la asociación.


Lo que destaca a la de Boedo es el mural en venecitas, anónimo, que en un borde dice apenas “marca registrada”.

   En esta esquina suroeste había un frontón de pelota vasca llamado Fonda Los Vascos. “Es muy posible haya sido despacho de bebidas dado que tenía canchas de bochas y paleta, para no mencionar la legendaria afición y resistencia de los hijos de Euzkadi con respecto a las bebidas espirituosas”, cuenta el museólogo Diego Ruiz.

La esquina hacia 1960


En esta foto de 1966 se puede apreciar un cartel de la Academia Pitman que funcionó
 en Boedo 729.

     La sucursal de Boedo e Independencia, ya no como Dell’Acqua pero conservando el rubro –y el mural que nos ocupa–, logró permanecer , compartiendo “cartel” zonal con el antiguo Banco Nación –en la esquina opuesta (N. E.) del mismo cruce– y el cine Los Andes, a sesenta metros sobre la misma vereda de Boedo, hasta fines de los años 50. Y ya en 1963 el edificio –con su corona artística “in testa”– recibiría con “Leoyak” al rubro heladería artesanal que aún perdura con “Il Volo”. 


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