En las primeras décadas del siglo XX seguramente las experiencias amateurs de proyección deben de haber sido numerosas. Como la que se cuenta del pintoresco paisano Pedro Aranguren que, dicen, acostumbraba pasearse por el barrio en ropas típicas montando un pingo criollo. Lo cierto es que su fervor campero no le impedía estar al tanto de los avances técnicos con la aparición del nuevo medio. Así que instaló en los fondos de su casa –San Juan entre Castro Barros y Colombres– una habitación para proyección, cobrando un ingreso de diez centavos, a veces, al que podía.
Luego llegaría la época de las salas con butacas y detalles de avanzada como los extractores, el techo corredizo y los confortables palcos y butacas del “Cine-teatro Boedo” que Jaime Cullen había levantado en plena época de la Primera Guerra derribando su casa de inquilinato, en Boedo 949. Sin embargo, su aspiración de “dar a Boedo un teatro” se vería postergada por las precariedades que la contienda bélica trajo consigo y los dos primeros años –1916/18– de la moderna sala pasaron a la historia del cine boedense y no de la escena solo representada por algún que otro “número vivo”, remoto antecedente de las verdaderas puestas teatrales que iban a producirse recién dos años más tarde, el 21 de julio de 1918, con la compañía Arata-Brieva presentando la obra “El tío soltero” de Ricardo Hicken.
Luis Arata (23 de agosto de 1895, Buenos Aires - 21 de junio de 1967, Buenos Aires) |
Prontamente la catarata de salas produce una suerte de “invasión”. Surgen el cine “Los Andes”, de Boedo 777, con las especiales características de su sala, el “Alegría”, en Boedo 875, luego “Select Boedo”, donde aún se conserva el mascarón que corona el edificio (¿Frank Brown, Pepino el 88?).
Cine “Alegría”, en Boedo 875, luego “Select Boedo” |
Frank Brown, el gran clown anglo-argentino |
¿Mascarón de Frank Brown? |
La particular historia del “Cine Mitre” –Boedo 937–, luego rebautizado “Moderno”, un moderno que nadie conocía por su modernidad sino por su fama –mala– con el mote de “La Piojera”, sólo habitado por mujeres, en la pantalla donde, ni así, quedaban a salvo de un huevazo o el impacto de un tomate.
Cine "General Mitre", Boedo 937/39 (década del 20), luego se llamará "Moderno" |
Las funciones eran variadas y disputaban la clientela con sus “series”, el “continuado”, la “completa”, el “día de damas”… […] esos cines que daban sus películas por secciones, pudiendo sacar la entrada para toda la tarde o para una película sola –dice un viejo vecino de Boedo, Emilio López, nacido allá por 1920–. Al término de las películas el acomodador recorría las filas controlando la entrada o vendiéndola para la siguiente función. En el intervalo los hombres generalmente se levantaban para fumar en el vestíbulo y al salir de la sala les entregaban una contraseña que los chicos pedían a quien no iba a volver a entrar.
En "Los Andes" para las fiestas patrias daban la película “Una nueva y gloriosa Nación”, siempre a las 10 de la mañana con entrada libre. En el cine Alegría, cuya dueña, una francesa, recibía a menudo la visita de la madre de Carlos Gardel. Y el cine Moderno… Estos dos últimos semanalmente daban series como Flash Gordon, El hombre araña y otras que nos mantenían atrapados junto a las de cow-boys como Tom Mix, Buck Jones, Roy Rodgers…
FLASH GORDON 1936, de izquierda Beatrice Roberts, Buster Crabbe y Charles Middleton |
Allá por febrero de 1929 el constructor Vicente Rossi toma un par de fotografías del recién inaugurado “Cine Nilo” (Boedo 1063). Los carteles anuncian a Hobart Bosworth en “Corazones de roble”. La sala luce su espectacular estructura. El escenario, sus palcos, el telón tromp d’oeil haciéndonos creer sus pliegues y cordones y la coronación del grupo escultórico, a la postre, único sobreviviente de una depredación inútil que hoy flota sobre los electrodomésticos de HiperRodó, lejos del acto inaugural de la Peña Pacha Camac celebrada en ese ámbito ante la carencia espacial de la terraza del Biarritz.
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Los cines de la periferia del barrio también tuvieron su protagonismo: el “Odeón II” en avenida La Plata 1782, contiguo al Viejo Gasómetro; el “Cóndor”, en su primitiva ubicación de avenida La Plata 754; el “Follies Boedo”, en Boedo 1941; el “Bristol Palace” de los hermanos Verri, en Independencia 3618; el “Del Plata”, en avenida La Plata y Carlos Calvo; el “Gran San Juan”, de San Juan 3246…
En noviembre de 1945 el “Gran Cine Cuyo” ilumina su pantalla por primera vez y va a constituirse en el representante de “estrenos simultáneos con el centro” hasta que en mayo del 92 “Una rubia caída del cielo” y “Malas compañías” cierran la última cartelera de su sala que continúa habilitada como templo Evangelista a cargo del pastor Cabrera. En tiempos muy recientes, promovidas por la Junta barrial se hicieron funciones recordativas, reeditadas también, para deleite infantil, con motivo de reafirmar “El derecho del niño a jugar”.
Estaba equipado con 1.600 butacas, también perteneció a Mario Gigliotti y se encontraba cercano a los bares "El Atlántico", luego "Biarritz".
Bar "El Atlántico", luego "Biarritz" sobre Av. Boedo 868 |
El "Gran Cine Cuyo" se inauguró en noviembre de 1945 y durante años realizó estrenos simultáneos con las salas del centro. En mayo de 1992 “Una rubia caída del cielo” y “Malas compañías” cerraron la última cartelera de su sala. Desde entonces, en Boedo 860 funciona un templo evangelista.
Programa de Gran Cine Cuyo , "El Último Emperador", Abril 1988 |
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